Reseñas de nuestro humor radial.

Por Oscar Bosetti (*)

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La historia de la radio argentina está repleta de creaciones humorísticas dignas de colección. En esta nota, el profesor e investigador en historia de la radio, nos regala una pintura de aquellos bellos y divertidos paisajes de la risa.
Y a continuación, recordamos con un audio a Doña Pola, uno de los tantos personajes inolvidables que supo crear Nini Marshall, nuestra “Chaplin con faldas”, según Bosetti.

Algún tiempo ha transcurrido desde aquellos primeros escarceos de la Radiofonía argentina hasta nuestros días. O, para mejor decir: desde ese momento fundante cuando losProgramas Humorísticos conformaban el núcleo central de las programaciones junto con los Radioteatros, las Audiciones Musicales (básicamente aquellas dedicadas al tango y al folklore), las Transmisiones Deportivas y los Boletines Informativos.

Durante ese período -cuando la Radio era un verdadero espectáculo para los ojos del imaginar – los Programas Cómicosestaban estructurados según esta tipología imaginada por Alicia Galloti ** y ciertamente didáctica:

a) De sketchs

En rigor, algunos de estos programas eran una sucesión armoniosa de sketchs. El enlace, la costura argumental, entre uno y otro corría por cuenta de un cómico que entablaba un diálogo humorístico con quien cumplía las funciones de animador del ciclo.

Dentro de este registro se puede mencionar a La Caravana del Buen Humor, La Craneoteca de los Genios o, entre una larga lista incompleta, La Revista Dislocada.

De La Caravana del Buen Humor surgiría el elenco de Los Cinco Grandes del Buen Humor (allí estaban Jorge Luz, Juan Carlos Cambóm, Guillermo Rico, Zelmar Gueñol y Rafael Carret), que actuaron de manera casi ininterrumpida entre 1950 y 1964.

La Revista Dislocada, a su vez, fue una creación de Delfor Amaranto Discasolo y del guionista Aldo Cammarota. Desde este espacio se impusieron las siguientes frases: “A la pelotita” o “Istamos pirdidos”, que pronto alcanzaron un fuerte impacto popular. Pero seguramente la de mayor repercusión fue “los gorilas”; un número musical (“¡Deben se’ lo gorila deben se’…!’”) es contemporáneo al ruido ensordecedor de las bombas de junio y al paso metálico de los tanques en setiembre de ese mismo año: 1955.

b) De personajes

Los chistes y las anécdotas, las aventuras y las desventuras correspondían a un personaje imaginario y sus más cercanos allegados. Ejemplos de este tipo de programas que provocaban la risa de la Radio son: El Ñato Desiderio, Pichuca y Yo, ¡Qué pareja! Y, sin ánimo de fragmentar la nómina, Felipe.

Hacia 1944 por las ondas hertzianas de la LR1 Radio El Mundo se emitió, por primera vez, Felipe, una de las máscaras más perdurables en la trayectoria de Luis Sandrini. En sus veintitrés años de emisión ininterrumpida lo acompañaron, entre otros, Juan Carlos Thorry, Magacha Gutiérrez, Tincho Zabala y Juan Laborde. Buena parte de ese tiempo la dirección general fue ejercida por Armando Discépolo.

En sus inicios el programa salía al aire los domingos a las 13:05, pero cuando el éxito lo comienza a acompañar, definitivamente pasó a ocupar el horario central de la nueve de la noche de martes a viernes.

c) Personales

Esta clase de programas se basaba principalmente en la capacidad del actor protagónico y en los “pies” que brindaba el animador y que servían, además, como nexo de continuidad de la trama.

Los más exitosos fueron protagonizados por la genial Nini Marshall, Juan Carlos Mareco “Pinocho”, Pepe Iglesias “El Zorro” y el dúo compuesto por Rafael Buono y Salvador Striano.

En 1940, Cándida y Catita, los entrañables personajes urdidos por Nini, fueron presentados en Radio El Mundo. Tres años más tarde, la Dirección Nacional de Radiodifusión prohibirá la actuación de Niní Marshall, al considerar que sus personajes y en especial la inefable Catita “tergiversaban el correcto idioma e influían en el pueblo que no tiene capacidad de discernir”. Catita recién volverá a tener continuidad en una Radio de nuestro país a partir de agosto de 1954.

Por su parte, Juan Carlos Mareco contó entre sus guionistas con el aporte del uruguayo Arthur García Núñez, mas conocido como Wimpi. Recién en 1951 Mareco iniciaría un programa propio titulado Ventana a la Calle.

d) Situacionales

En un escenario preciso y determinado (por ejemplo: una oficina o una pensión) circulaban los personajes presentados en situaciones humorísticas.

Entre los mas recordados figuran Gran Pensión El Campeonato, El Relámpago, Gran Hotel De Luxe, Academia El Buen Oído y La Familia Humorística.

e) Comentarios acerca de la realidad

En un cruce de humor e ironía y, habitualmente, a través de un monólogo de duración diversa, se abordaban los temas más diversos de la actualidad nacional. Aquí se pueden citar las observaciones costumbristas de Wimpi y sus relatos de El gusano loco o El viejo Varela; las intervenciones de Batista Chimento, filósofo al uso nostro de Pepe Arias o los monólogos comprometidos que durante el otoño de 1951 interpretó Enrique Santos Discépolo (el cáustico Discepolín) para la serie reconocida como Las charlas de Mordisquito.

En medio de este heterogéneo universo habitado por un humor pícaro, ácidas reflexiones, miradas paródicas y palabras ingenuas, tiernas o encendidas, a veces sesgadas con un tenue doble sentido, la fragua creativa de Marina Esther Traverso (Niní Marshall) se erigió en la suma de todas las risas. O más precisamente: en el ojo crítico de ciertas burguesas costumbres que fueron sopapeadas por los punzantes guiones escritos por una mujer que, para muchos, fue la encarnación argentina de la comedia pirandelliana.

(**)Galloti, Alicia. La risa de la radio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1975.

(*) Docente de grado en las Carreras de Comunicación Social de las Universidades de Buenos Aires, Quilmes y Entre Ríos y en ÉTER (Escuela Terciaria de Estudios Radiofónicos). Docente de Posgrado en la Universidades de Buenos Aires, del Litoral y San Martín. Investigador de la Historia de la Radio en Argentina.