Radio, ruido, arte y calle

Por Lucía Fernández Cívico.

Un recorrido por las múltiples posibilidades que ofrecen los sonidos y los silencios, en la voz de Franco Falistoco, creador del programa: “El RUIDO es el Mensaje”, de Radio Universidad de Rosario.

falistoco

Franco Falistoco lleva adelante desde hace 5 años el único programa radial de Rosario sobre Radioarte y Artes Sonoras.  En 1989 pisó por primera vez una radio en su Marcos Juárez natal, y desde entonces empezó a pensarla desde una nueva perspectiva. Eligió trabajar formatos sonoros poco convencionales, buscando ir en contra de la noticia hegemónica y atendiendo a la cuestión del montaje, a las diversas formas y posibilidades de comunicar de una manera no tan lineal.

Desde el año 2011 desarrolla su programa llamado “El RUIDO es el Mensaje”, los domingos de 22 a 24 en la radio de la Universidad Nacional de Rosario (FM 103.3). Se trata de un espacio donde se intenta llevar la concepción de la «radio» al mínimo de recursos. Entendiendo que un programa o un producto de sentido radiofónico conlleva, como partes, los lenguajes establecidos: la voz, palabra, música, efectos sonoros y el más importante según Franco: el Silencio.

En base a esos parámetros, Falistoco, construye su programa, al que también define como un “producto de sentido” en el que además, funciona una sección experimental, donde un colaborador del Reino Unido hace sus envíos, hay construcción de poesía sonora, obras, paisaje sonoro y también entrevistas: “el desafío está en que uno no sabe que se va a encontrar cuando se siente a escuchar”.

“El ruido es el Mensaje”, no tiene presentadores, no hay locutores, no hay quien avise lo que viene a continuación, sólo viñetas sonoras que marcan un principio y un final de sección. Acá el enlace del último programa 2015, se trata de un collage con las notas que realizaron en un ciclo de reivindicación de la mujer en el campo sonoro http://goo.gl/KDGQZM

 ¿Por qué considerás al silencio el elemento más importante?

Descubrí esa relevancia luego de pasar mucho tiempo solo en la radio: el silencio debe estar acompañado de la curiosidad, (la base de toda vida debe ser la curiosidad). Saber escuchar el silencio hace que sepamos escucharnos, pero lo más importante para nosotros que intentamos comunicar, es saber escuchar al otro; y así, al mismo tiempo, poder escucharnos nosotros mismos. En este sentido, el trabajo de John Cage es revolucionario ya que incorpora el silencio como categoría.

Cuando uno piensa, medita o razona, ¿cuánto tiempo pasa en silencio por día? ¿Se puede estar en silencio? ¿Realmente existe el Silencio?.  Cuando nos despertamos, luego de dormir ¿qué es lo que escuchamos? ¿Lo podemos recordar luego durante el día? Quiero llegar con esto a que si somos capaces de recordar lo que escuchamos apenas nos despertamos, es porque supimos escuchar profundamente, y eso se debe a que pudimos escuchar en gran parte “El Silencio” en silencio.

El Silencio nos indaga constantemente, nos expone a estar con nosotros mismos. Una de las cosas que recuerdo de pequeño, era los largos momentos que pasaba mi bisabuelo en silencio mirando la ventana a sus 80 años, luego los momentos que pasaba con él en silencio acompañándolo para que después me contara una historia de su familia antes de venir a América. Más tarde conocí el silencio como algo negativo, en la radio a los 14 años, cuando el espacio en “silencio” entre una canción y otra, o el bloqueo del locutor o la no habilitación del “AIRE” al periodista, significaba un bache. Allí aprendimos que el silencio es malo, en realidad es una tendencia de moda, con los años comprendí que quien no puede estar en silencio es porque tiene un boliche en la cabeza y así denota mucho de sus valores.

El Silencio para mí se convierte en objeto de estudio luego de leer cómo Robert
Fripp, de King Crimson, entrenaba a sus músicos en sus campamentos o cuando daba sus clínicas. De mañana temprano los invitaba a estar unas horas en silencio. Descubrí a Fripp cuando vine a estudiar a Rosario a mis 20 años y llevo 20 sorprendiéndome aún de lo que ese hombre puede hacer, pero más que nada, decirnos. Y así llegue a Laurie Anderson y luego a John Cage. Siempre tratando de aplicar todo lo que podía a la radio, a programas, a enlatados o a lo que me encarguen en general.  Como indiqué antes, el Silencio es una decisión artística, y como toda decisión es personal y muchas veces unliateral, tiene que ver con cuanto te escuches para poder valorarlo, en esa medida, sabremos apreciar su ecología -no solo sonora- alrededor de cada uno.

¿Qué es un «producto de sentido»?

Los productos de “Sentido” es lo que generamos para los medios en particular, son los programas o microprogramas de radio, algo heredado de las lecturas sobre corrientes estudios de comunicación latinoamericanas. De todas maneras yo creo que somos, cada sujeto, un producto del sentido que nos rodea, una especie de baldes vacíos que se van llenando de agua, y cada 15, 20 años se llenan tanto que rebalsan. Entonces comienza el ciclo otra vez: se vacían y los ponemos a llenar de nuevo, pero siempre queda un poco de agua de lo anterior. Somos sujetos construidos y seteados a gusto de nuestro entorno, nos cuesta mantener la independencia de lo que pensamos y sentimos, nuestra opinión está puesta a prueba constantemente en base al bombardeo de “otros” sentidos, producidos para beneficio o detrimento nuestro.

El producto de sentido es al que estamos sometidos constantemente, desde que elegimos tomar agua antes de cepillarnos los dientes o de primero cepillarnos los dientes antes de darles de comer a los gatos. Es lo que se fue formando con nosotros a lo largo de los años, con lo que nos sentimos conformes y a gusto. Generalmente es confort y nos da fiaca ir innovando. Es lo que le pasó a la radio: viene de fiaca desde hace muchos decenios y son pocos los que se animan a vaciar el balde para producir nuevos sentidos, no que invaliden a los anteriores, sino que ofrezcan otras opciones, la posibilidad, quizás de escuchar las mismas voces, pero de una forma distinta y con voz no me remito a la palabra ejecutada por las cuerdas vocales simplemente, sino a un espectro mucho más grande y más simple a la vez. ¿Podés recordar cuál fue el primer sonido que hiciste al nacer? Esa es tu primer marca para un producto de sentido.

¿Cuál es la diferencia entre un «programa» y un «producto de sentido»?

Un “programa” es para mí un conjunto de “productos de sentido”. Tengo muchas ideas que concreto y las envaso o las limito a una unidad de tiempo: media hora, una hora, para que resulte en un “programa” como lo indica su palabra. Programo distintas cosas que son, casualmente, los componentes del lenguaje de la radio, como indiqué anteriormente.

Esto es como la cocina: me siento a hacer un plato y tengo ingredientes, los mezclo como se me ocurre siguiendo un patrón y puedo obtener una comida nociva como las hamburguesas del payasito o puedo obtener un plato nutritivo. Depende de la manera que elija para combinar los elementos. Y todo lo que esté contenido en ese segmento horario, dependerá de cómo lo distribuya. La música, la tanda, los separadores, incluso la participación del público si es abierta o cerrada. Todo lo que produzca para ese segmento de tiempo que “programo” tiene que ver con todo lo que traigo de atrás para proyectar en el momento y ver si me da los resultados que espero hacia adelante.

¿Cómo es esa forma de hacer desde «la noticia hegemónica»?

La radio le entregó su costado artístico o renunció a ello cuando comenzó a ver que la noticia era más rentable. Allí es cuando el arte perdió un lugar más que importante, porque al girar todo alrededor de la noticia, es muy difícil poder hacer algo que no esté ligado a eso:  la agenda se construye a través de la noticia, las radios giran alrededor de eso y los comercios dependen de eso. Pero como indique anteriormente, estamos seteados para pensar así, para obrar y trabajar de esa forma.

Una escasez de curiosidad sumió al medio en esta triste realidad, vaga, vacía de contenido artístico. Y para peor, las dos escuelas de radio que existen (la teórica y la practica) tienen esa mirada unidireccionada y cada vez más pobre del medio. En lugar de expandir el campo, lo reducen cada vez más. Se puede hacer radio de otra manera. Las primeras palabras de Lidia Camacho en su libro “El Radioarte, un genero sin fronteras”, sobre hacer radio es la de ROMPER. Hay que romper con lo establecido, ir más allá de los limites, animarse y no caer en el facilismo de la repetición. ¿Es difícil? Claro que sí, pero no imposible.

Al respecto del programa EL RUIDO es el Mensaje: ¿Cómo nace esta propuesta?, ¿de qué manera seleccionás lo que sale al aire?.

El RUIDO  nació en 2010 como idea para luego concretarse en Radio Universidad de Rosario en 2011 y se fue formando a través de diversas inquietudes. Al principio, cuando todo es descubrimiento, no había demasiado criterio de selección, quería que todo saliera al aire, porque todo me maravillaba, apasionaba. Era como si me hubiera sentido sordo toda mi vida y al descubrir cosas nuevas para escuchar, mi deseo era compartirlo con todos.

El momento siguiente fue la decidir dejar de tomar sonidos “prestados” o ajenos (con o sin consentimiento) para generar los propios. Lo mejor que me puede haber ocurrido es comprarme una grabadora digital, sin menospreciar las de cinta que tenia, pero esas tienen un micrófono no muy bueno. Sentir que oía lo que grababa tal como mi oído lo escuchaba, para mí fue una sorpresa maravillosa, si le pusiera imagen, diría que iluminadora. Con esto quiero decir que la decisión de lo que sale en El RUIDO tiene que ver con la curiosidad de lo que escucho y de lo que el sonido me transmite como emoción. Los sonidos nos regalan tantas cosas que somos muy desagradecidos con ellos, tanto que optamos por ser sordos por conveniencia.

El RUIDO, entonces, se fue construyendo con curiosidades, a lo largo de los años han pasado muchos colaboradores y seguramente, y espero, pasen muchos más. La palabra y la opinión de otros cuenta siempre, a pesar de que tengo la última decisión en el montaje. El RUIDO actualmente cuenta con la colaboración de un colega llamado Shaun Robert, es británico, de la zona de Bath: él no habla español y yo no quiero hablar inglés. Ambos nos comunicamos con ideas básicas de lo que queremos trabajar, generalmente son conceptos o cuestiones teóricas que queremos aplicar en práctica. Es un reto esto ya que muchas veces su inglés y el mío son poco comprensibles para uno y otro, pero los resultados a los que arriba son muy buenos y por sobre todo, muy interesantes. Quizás demasiado para oídos poco acostumbrados pero ese es el desafío. Shaun además es poeta, escribe y a veces me toca interpretarlas en español.  Luego él se encarga de terminar el proyecto en cuestión y lo envía cada jueves para ser incluido con una breve descripción en los posteos dominicales, que es cuando El RUIDO sale por fin al aire.

Supongamos que el espacio sonoro de Shaun Robert es una columna, también lo es la apertura  del programa, ninguna es igual, todas tienen sonidos distintos, montajes diferentes, múltiples voces, procesos y efectos variados. Cada apertura comprende un momento del programa distinto al anterior y posterior y depende exclusivamente del tempo que le dedique, de mi curiosidad y de mi estado de ánimo.

También incluyo trabajos de poesía sonora, hechos por mi colega y compañero de aventuras radiofónicas, Hernán Giurastante, desde Santiago de Chile -actual domicilio- donde él como escritor, produce textos e interpreta para que luego, generalmente los trabaje en el software, para el espacio denominado: Película Sordomuda.

Y tan importante como lo mencionado anteriormente, es que un programa de radio, por más experimental que sea, también debe contemplar entrevistas, la cual llevamos adelante un ciclo donde a través de pocas preguntas, queremos poner en escena el trabajo y papel fundamental de la mujer en el “sonido” para llamarlo en abstracto, ya que el rol de ellas ha sido o es tanto o más importante que el de los hombres. El programa no cierra, si no están ellas.

¿A qué llamás montaje?

Como El RUIDO es un programa que se emite enlatado (actualmente diríamos en formato “podcast”) tenemos la posibilidad de editar, limpiar, corregir y explorar mucho a través del montaje.

El montaje es un elemento muy importante en la construcción del sentido, en la construcción de un producto, en este caso, radiofónico. Tan importante como la palabra del entrevistador/entrevistado, la del coordinador de piso, del operador o del productor. El montaje es el momento donde decido con mi opinión, con todo mi capital cultural, con todo lo que soy aquí y ahora, para influir en el otro.

Si Orson Wells hubiera decidido dar aviso al final y no al principio de la pieza fundamental del radioarte como es “La Guerra de los Mundos” que eso era una ficción, ¿qué hubiera ocurrido?. Fue una elección que se tomó de manera artística. El montaje por como lo veo, también es eso: una decisión artística, llena de ideología y como tal, responde a lo que creo. Mucho de esto también tiene que ver con las vanguardias, el expresionismo, el surrealismo o DADÁ, que es para mí una de las más importantes y quizás la más influyente, no solo tuvieron su lugar en lo visual, fue muy importante en lo sonoro. El papel de Duchamp en su relación con Cage, ya te indica mucho. El Futurismo es quizás, la vanguardia por excelencia de los “sonideros” como nosotros, es increíble el gran aporte al tema sonoro que realizó Marinetti un sujeto que ahora, descontextualizado es cuestionado mucho por su vinculo con Mussolini, pero recomiendo leer sobre su vida y el movimiento futurista para quitarse el velo de la hipocresía sobre Filippo Tomasso Marinetti. Y sobre todo, en cuestiones de montaje, tanto sonoro como en imagen, técnicas y vanguardias, el trabajo de los “rusos” dándole un sentido ideológico éste trabajo, como la nunca reconocida Esther Shub (Esfir Shub) pionera maravillosa opacada por su compañero de trabajo Dziga Vertov o sus contemporáneos Eisenstein, Dovzhenko o Pudovkin. Años más tarde, el mundo “occidental” se hace eco de estos artistas que pasan a ser influencia en lo que luego conocimos como La Nueva Ola en Francia o el New Amercian Cinema en Norteamérica o el Cine Liberación por estos lugares.

El RUIDO está influenciado con esos criterios de montaje, y trata de llevarlo adelante y la decisión tomada de eliminar presentadores, locutores, separadores que te avisan o describen que sigue, ha sido consecuente con lo que pensamos. La invitación es algo así como: “sentate a escuchar y creá tu propio viaje, desmenuza el sentido y formulá tu propia opinión”.

¿Cómo definirías el “radio arte”?

Es un subgénero más dentro de la paleta de subgéneros que hay en la radio. Es una forma de expresión, de manifestarse, es una canalización y confluencia artística. A diferencia de los otros, el radioarte integra, porque puedo hacer ficción o un noticiero con el radioarte, pero al revés no lo veo posible, muchas veces lo llamo una síntesis o la resultante de muchas variables. Es la posibilidad de expandir un lenguaje, llevarlo a cabo y contemplar el resultado. No debe confundirse con el arte sonoro o con otros géneros que están más enrolados con el sonido o la música que con el lenguaje o genero radiofónico. El radioarte necesita si o si el instrumento Radio para ser ejecutado, es de carácter efímero, como los readymade del Dadaísmo, porque cada emisión de la pieza radiofónica será distinta. Y es contemporáneo porque necesita de un instrumento electrónico. Tal como versa el nombre del libro, es un “Genero Sin Fronteras”.